Sé que llevan siendo tendencia los dos últimos inviernos
pero hasta esta temporada no había visto un vestido de lentejuelas que me
llamase verdaderamente la atención.
Pero el otro día ahí estaba, dorado (un
poco a lo burbuja freixenet), con manguita corta y un ribete negro. Y se me
planteó la pregunta del millón ¿Merece la pena comprarse un vestido de
lentejuelas?
Quiero decir, en mi vida diaria no soy Serena Van der
Woodsen. No tengo fiestas día sí, día no, ni brunch ni ese tipo de jolgorios. Y
aunque de vez en cuando nos guste dar un toque de brillo cegador a nuestro
vestuario, creo que en la vida diaria de las noches de los sábados nos
acabaríamos cansando de las centelleantes lentejuelas.
En resumen, que no sé si caer en la tentación de sentirme
incandescente en una en una noche de fin de año, a cambio de meter ese vestido
en el armario y sacarlo tres veces más. ¿Qué me recomendáis? ¿Son ponibles los
vestidos de lentejuelas? ¿Podrían convertirse en un clásico? B