Mary Muffin

Una tarde de la semana pasada,  mi instinto repostero que periódicamente sale a flote, apareció en forma de tarta de manzana. Saqué la receta de un blog, y la verdad es que quedó muy rica. Mi madre me echó una mano con su sabiduría infinita y todo ello me llevó a recordar los tiempos en que siendo yo muy pequeña, sacaba la caja con fichas de recetas  y le pedía insistentemente que hiciéramos alguna nueva.

Los tiempos cambian y ahora prácticamente todas las recetas del universo están en la red, por eso parece que los libros de cocina han perdido popularidad. Sin embargo, en los malos tiempos “renovarse o morir” es imprescindible, y los editores han sacado todo su arsenal imaginativo para vender.

Si las recetas las podemos encontrar en internet, hay que añadir un aliciente para llamar la atención del comprador, algo tangible que vaya más allá de las indicaciones básicas para elaborar un plato. Y así han nacido los KITS.

Estas Navidades en el Corte Inglés encontré un KIT que llamó mi atención al momento: “La caja de las Magdalenas” de Xavier Barriga. Por un módico precio conseguías un libro de 19 recetas y 9 moldes muy monos de colorines. Sé que es todo cuestión de estética, pero he de reconocer que el puro e ingenioso marketing funciona. Si no hubiera tenido semejante presentación no me hubiera planteado llevármelo a casa.

A todo ello hay que añadirle el hecho de que la moda de los muffins y cupcakes está cada día más presente, y que hay creaciones que son verdaderas obras de arte. Me pareció una idea muy divertida y toda una tentación.

Sin embargo, he de decir que al final lo deje en el expositor con todo el dolor de mi corazón y sin atreverme casi ni a mirarlo. Y es que el riesgo de la afición pastelera es que te sueles comer  tus obras y puedes acabar con la necesidad de comprarte un KIT para adelgazar. ¿Qué os parece el invento? ¿Creéis que funciona el cebo de incluir una cucada para que piquemos? Yo estoy convencida de que sí. B.